Miércoles
24
de Febrero
Sexto de Primaria
Lengua Materna
¡El extraordinario Centauro del
Norte en Aprende en casa III!
Aprendizaje esperado: Redacta un relato histórico en párrafos, con cohesión, ortografía y
puntuación convencionales.
Énfasis: Revisa borrador del relato histórico. Presenta el relato histórico para el
acervo de la Biblioteca de aula.
¿Qué vamos a
aprender?
Aprenderás
a redactar un borrador del relato histórico que contenga párrafos, cohesión,
ortografía y puntuación también aprenderás a revisar su estructura y contenido.
¿Qué hacemos?
En
esta sesión terminaras de redactar tu relato histórico en párrafos, con
cohesión, ortografía y puntuación convencionales, y, si te es posible, que lo
compartas primero en tu entorno inmediato, con tu familia y cuando hayas
regresado a la escuela, con tus compañeras y compañeros.
Los
materiales que necesitarás para la clase y que debes tener a la mano son:
cuaderno, libro de texto de Español, algo con que anotar y, de ser posible, un
diccionario.
Actividad
1
Hoy
leerás un fragmento que forma parte del Capítulo V del libro Memorias de Pancho
Villa, de Martín Luis Guzmán.
Antes
de que comiences con la lectura, ten presentes las preguntas sobre las que has
estado reflexionando desde que se inició el trabajo con esta práctica social
del lenguaje. Leélas con detenimiento y tenlas presente durante la lectura que
vas a relizar.
·
¿Qué es un relato?
·
¿Qué es un relato histórico?
·
¿Para qué crees que se escriben sucesos de la
historia?
·
¿Pueden existir diferentes versiones sobre un mismo
hecho?
Como
sabes, se ha estado haciendo referencia al Centauro del Norte, Francisco Villa,
nacido en Durango, ¿Cómo se dice? ¿Duranguense o Durangueño?
Para
estar seguros, busca en tu diccionario las palabras para saber cual es el
gentilicio correcto de las personas nacidas en Durango.
Como
puedes ver, es correcto utilizar duranguense y durangueño, ahora sí llegó el
momento de ir a la lectura.
Memorias de
Pancho Villa
Capítulo V
Una tarde habló conmigo a solas Feliciano
Domínguez, que era uno de los comprometidos. Me dijo él:
Oiga usted, jefe. Mi tío Pedro Domínguez acaba
de volver de Chihuahua, adonde fue a pedir una autorización para recibirse de
juez de acordada. Dice que nos va a perseguir sin descanso, y a mí me parece
muy peligroso que se reciba de juez. Yo lo siento mucho, jefe, porque es mi tío,
y muy buena persona, y muy valiente; pero creo, por el bien de nuestra causa,
que hay que matarlo. Mi tío Pedro Domínguez vive en el rancho del Encino.
Le respondí yo:
Está usted en lo justo. Tenemos que acabar con
todos esos hombres que sin oír la voz del pueblo ni la de su conciencia
sostienen la tiranía y son origen de los muchos sufrimientos de los pobres.
Ahora mismo, amiguito, tomamos ocho hombres y nos vamos al rancho del Encino
para quitarle a su tío todas esas ideas.
Así fue. Dejamos el resto de la gente en el
campo de La Estacada, y yo y aquellos nueve hombres nos fuimos al rancho del
Encino.
Yo quería estar seguro de la calidad de los
quince hombres que había escogido para que juntos conmigo lucháramos en la
revolución maderista. Cuando conocí el ánimo de todos, y lo que valían, y para
qué seríamos buenos, tomamos el rumbo de Chihuahua y fuimos a detenernos en el
rancho de Montecillo, que está como a tres leguas de la capital.
Esa noche entré yo a la ciudad para considerar
con don Abraham González las providencias tocantes al levantamiento, que no
tardaría mucho en ocurrir.
Él me dijo:
Quiero, Pancho, que vengas a ocultarse con tu
gente en alguna casa de la ciudad, para que desde allí me cuides. La policía me
vigila mucho, y desconfío de que cualquier día los enemigos no me cojan y me
metan a la cárcel.
Y así
se hizo. Otro día siguiente, 4 de octubre de 1910, nos instalábamos en la casa
número 500 de la Calle 10ª de Chihuahua yo y mis primeros muchachitos de la
revolución maderista.
Todos estábamos perfectamente armados y
montados. Eran buenos los caballos, las monturas, los rifles, las pistolas; era
bastante el parque. Los haberes de todos los pagaba yo de mi propio peculio,
pues como jefe me correspondía la obligación de atender desde luego a que mis
hombres no pasaran necesidad. Yo, que sabía mucho de lo que eran penalidades y
privaciones andando por las quebradas de la sierra con fuerza enemiga a la
espalda, sabía también que una tropa sólo vale cuando está segura de que será
surtida en su necesidad. Por eso, desde aquella primera hora, yo comprendí que
mi mayor obligación como jefe habría de consistir en que a mis muchachos no les
faltara nada.
Guzmán, Martín Luis, Memorias de Pancho
Villa, México,
editorial Porrúa, 1984, pp. 25-26.
¿Qué
llama tu atención de este relato, respecto de los cinco que leíste antes?
En este relato histórico,
resalta el hecho de que, a diferencia de los cinco relatos anteriores, en este
el narrador habla en primera persona del singular.
Como puedes darte cuenta, este relato histórico está escrito en
primera persona debido a que se trata de unas memorias, las cuales, a pesar de
ser ficcionales por haber sido escritas por Martín Luis Guzmán y no por
Francisco Villa, conservan ese rasgo particular de distintos tipos de textos
autobiográficos, como las memorias, precisamente.
Recuerda que, como has observado,
el relato histórico abarca diversos tipos de textos, tales como la novela y el
cuento histórico, las memorias, los textos historiográficos, entre otros.
¿Qué más llama tu
atención del texto?
Quizá te sorprende que el
lenguaje, a pesar de ser formal, incluye algunos detalles que no parecen
gratuitos, como el hecho de que Pancho Villa, cuando habla, anteponga el
pronombre yo al de los demás.
¿A qué crees que se deba,
que se escriba así, anteponiendo el pronombre yo al de los demás?
Probablemente se debe
al hecho de que esa clase de detalles le sirven al narrador para expresar de
manera implícita tanto la educación escolar del personaje como su manera de
pensar. La manera en que escribimos y leemos dice mucho sobre la forma en que
pensamos.
Actividad 2
Llegó el momento de
responder, a manera de recapitulación, las cuatro preguntas que sugiere tu
libro de texto de Español, en el apartado “Lo que conozco”, en la página 87. Como
podrás ver, se agrega una pregunta relacionada con las particularidades de los
relatos históricos, con el objetivo de que enriquezcas tu aprendizaje.
La propuesta es que
reflexiones sobre los relatos históricos que has leído y analizado, así como
sobre el que estás escribiendo, y que respondas las preguntas con tus propias
palabras.
Respuesta a la
primera pregunta: Un relato es una narración que da a conocer uno o varios
hechos. ¿Coinicide con tu respuesta?
¿Qué es un relato histórico? Si lo piensas con calma, con tu
primera respuesta ya contestaste una parte de la segunda pregunta.
Es
una narración que da a conocer uno o varios hechos que constituyen una historia
en sí misma, que está integrada por una sucesión de acontecimientos ordenados
cronológicamente, en la cual los personajes van sufriendo una transformación,
así como las situaciones en las que están envueltos.
Ahora piensa, ¿Cuáles son algunas de las principales
características del relato histórico?
Los
relatos históricos están divididos en párrafos y suelen contar con un título,
un inicio, un desarrollo y una conclusión, como en el caso de todos los relatos
que has leído, como en el de la página 88 de tu libro de texto de Español.
Además,
como se ha mencionado varias veces, las acciones referidas se ciñen a un
espacio y a un tiempo determinados, como en los relatos que leíste, cuyas
acciones se llevaban a cabo en su mayoría en el Norte de México, durante los
primeros años de la Revolución.
También
suele emplearse el lenguaje formal, que se distingue por la corrección
sintáctica, por cuidar mucho la forma, por emplear un vocabulario preciso y por
la ausencia de muletillas, modismos y vulgarismos, como en los escritos por
Martín Luis Guzmán. Excepto en algunas partes de los relatos, como los diálogos
directos, en los que, para que resulte más verosímil, sí suele emplearse un
lenguaje más informal, cercano al cotidiano, como lo observaste en varios
relatos, como el de Mariano Azuela.
Algunos
relatos históricos se centran más en la sucesión de hechos, como el fragmento
de El águila y la serpiente, de Martín Luis Guzmán, sobre la fuga de
Villa de una prisión, mientras que otros pueden ser más reflexivos, como el de
Nellie Campobello, donde el narrador analiza la manera de percibir y juzgar a Franciso
Villa.
En
resumen:
¿Para qué crees que se escriben sucesos de la
historia?
Para
contarles a otras personas ciertos acontecimientos que, por su relevancia, el
autor considera importante difundir, como la vida y obra de Don Doroteo Arango.
Última
pregunta:
A
continuación recordarás algunos aspectos que debes tomar en cuenta al momento
de revisar el borrador de tu relato histórico. Los puedes consultar en la
página 94 de tu libro de texto.
Actividad
3
Ahora
ha llegado un momento muy importante, realiza la lectura de un relato histórico
escrito por una persona de sexto año de primaria, sí, alguien como tú, que
quiso compartir su escrito contigo.
El
extraordinario Francisco Villa y su representación en seis relatos históricos.
¿Quién fue
Francisco Villa? Esa pregunta se me impuso cuando comencé a revisar distintas
fuentes sobre este personaje de la historia de México. En el presente relato
intentaré responder esa pregunta a partir de la manera en que fue representado tanto
su forma de ser y de actuar como su físico por distintos autores en fragmentos
de relatos históricos que hablan sobre algunos acontecimientos ocurridos
durante los primeros años de la Revolución; en particular, centré mi atención
en la manera en que el nacido en 1878 en San Juan del Río, Durango, fue
percibido entre 1910 y 1912.
Un primer
elemento que llama mi atención en torno a Francisco Villa es su nombre, no sólo
porque ha recibido un gran número de motes (El Centauro del Norte, “Nuestro
Napoleón mexicano”, el Robin Hood mexicano, “el Águila Azteca” y “El Gran
Hombre”, entre otros), sino también porque su nombre de pila era, en realidad,
José Doroteo Arango Arámbula, quien, de acuerdo con distintos autores, se lo
cambió luego de tener problemas con la justicia. En Memorias de Pancho Villa,
el narrador cuenta: “En vez de ocultarme bajo otro nombre cualquiera, cambié
el de Doroteo Arango, que hasta entonces había llevado, por este de Francisco
Villa, que ahora tengo y estimo como más mío. Pancho Villa empezaron a
nombrarme todos, y casi sólo por Pancho Villa se me conoce en la fecha de hoy”
(p. 4).
Ese fue el
comienzo del mito creado en torno a este personaje histórico, el cual ha sido
alimentado por los autores que han escrito sobre él y, sobre todo, por la gente
del pueblo, que comenzó ha adoptarlo como un estandarte de la defensa de los
derechos de las personas desde la época prerrevolucionaria, la cual, de acuerdo
con autores como Campobello, Muñoz y Blanco Moheno, se caracterizaba por la
injusticia, la pobreza y la desigualdad, causas tanto del inicio de la
Revolución como de que Villa haya decidido unirse.
Sin embargo, en contraparte, según estos
autores, Villa también fue considerado “bandido”, pero por aquellos individuos
cuyos intereses afectaba con sus acciones en pro de la justicia, la igualdad y
la libertad, precisamente. Por ejemplo, Mariano Azuela lo denomina “el
bandido-providencia”, es decir, una especie de “rebelde con causa”. Otro buen
ejemplo de ello es el apartado “La fuga de Pancho Villa”, incluido en El águila
y la serpiente, que, como el título lo indica, relata tanto la manera en que
Villa se fugó de la cárcel en 1912 como las causas de su encarcelamiento. En
relación con las causas de la rebeldía de Villa, en Memorias de Pancho Villa el
protagonista afirma: “Tenemos que acabar con todos esos hombres que sin oír la
voz del pueblo ni la de su conciencia sostienen la tiranía y son origen de los
muchos sufrimientos de los pobres” (p. 25).
No obstante, a
partir de 1910 la percepción en torno a Villa cambió y se convirtió, al menos
desde la perspectiva de los autores consultados, en un representante formal del
pueblo y en líder militar (deja de ser nombrado “rebelde”) y para 1911 ya
destaca como coronel y como estratega. En ese sentido, en el episodio titulado
“Becerrillo” escrito por Muñoz, Pancho Villa es presentado cuando la lucha
armada ya comenzó y cuando ya es considerado “el jefe de la Revolución”. Blanco
Moheno coincide con esa visión y afirma: “El nombre de Pancho Villa, apenas
unos días después de lanzarse a la revolución, es un nombre que crece como la
explosión del descontento” (p. 46).
Sobre la manera de representar físicamente a
Francisco Villa, el narrador del texto de Campobello lo pinta del siguiente
modo en 1910: “vestido de amarillo y llevando un sombrero ancho, con listón
tricolor en la copa y unas cananas fajadas en cruz” (p. 368). A su vez, en el
relato de Muñoz es descrito como: “Francisco Villa, hasta encontrarlo: treinta
y cuatro años de edad, cien kilos de peso, cuerpo musculoso, como una estatua.
Su mirada parece desnudar las almas: sin interrogar, averigua y comprende. Es
cruel hasta la brutalidad, dominante hasta la posesión absoluta. Su
personalidad es como la proa de un barco, divide el oleaje de las pasiones: o
se le odia, o se le entrega la voluntad, para no recobrarla nunca” (p. 56). Por
su parte, en El águila y la serpiente es representado así: “Llevaba, como de
costumbre, puesto el sombrero y echado sobre los hombros el sarape” (p. 188).
Ejemplos sobre la manera de representarlo
sobran en los relatos históricos; los anteriores son sólo una muestra de lo
dicho antes sobre el hecho de que la figura de Pancho Villa se ha convertido,
casi, en la de un personaje mitológico, como lo sugiere el sobrenombre de El
Centauro del Norte. Esa mitología sale a relucir en todos los relatos que
leímos y, de hecho, en Los de abajo, de Mariano Azuela, publicada en 1916, ya
se describe dicho fenómeno; en el capítulo XX, luego de que diversos personajes
opinan sobre Villa sin conocerlo, empleando adjetivos y destacando sus logros
para ensalzar su figura, otro personaje afirma: “¡Hum... pos se me hace que de
hombre a hombre todos semos iguales!... Lo que es pa mí naiden es más hombre
que otro. Pa peliar, lo que uno necesita es nomás tantita vergüenza. ¡Yo,
qué soldado ni qué nada había de ser!” (p. 48).
Por todo lo
anterior, me atrevo a asegurar que el 20 de julio de 1923 sólo falleció en
Hidalgo del Parral, Chihuahua, el cuerpo de don Francisco Villa, pues su legado
y su ejemplo siguen vivos, lo cual no implica de ninguna manera, que haya sido
un ser perfecto ni un santo, tan sólo… extraordinario.”
Bibliografía:
Azuela, Mariano, Los de abajo, México, Fondo
de Cultura Económica, 1975, pp. 46-48.
Blanco Moheno, Roberto, Pancho Villa que es su
padre, México, editorial Diana, 1975, pp. 46-48.
Campobello, Nellie, Apuntes sobre la vida
militar de Francisco Villa, en Mis libros, 2da. ed., México, Gobierno del
Estado de Chihuahua, 2004, pp. 367-369.
Guzmán, Martín Luis, El águila y la serpiente,
México, Colección Málaga, 1977, pp. 187-190.
Memorias de Pancho Villa, México, editorial Porrúa, 1984, pp. 4, 25-26.
Muñoz, Rafael F., Vámonos con Pancho Villa,
México, Ediciones Era, 2009, pp. 56-58.
¿Qué te pareció
este relato histórico que te han compartido?
¿Se
parece al que tu estás escribiendo?
No
olvides registrar las fuentes, es decir los nombres de los libros o materiales
que estás consultado para que integres la bibliografía que usaste para construir
tu relato histórico.
El Reto de Hoy:
Concluye
la elaboración de tu relato histórico y compártelo con alguien cercano, explícale
todo lo que hiciste para redactarlo y leéselo para que conversen sobre su
contenido.
Si te es posible, consulta otros libros o materiales
que tengas a la mano, para saber más. Si tienes la fortuna de hablar una lengua
indígena aprovecha también este momento para practicarla y platica con tu
familia en tu lengua materna.
¡Buen trabajo!
Gracias por tu esfuerzo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario